Roberto González Rico El Diván del Deportista @bertorrico Aunque el enamoramiento total con el mundo del baloncesto tuvo lugar aquel verano famos
Roberto González Rico
El Diván del Deportista
Aunque el enamoramiento total con el mundo del baloncesto tuvo lugar aquel verano famoso de hace ahora 30 años, con motivo del mundial celebrado en nuestro país, y como no, con aquella visita de los gigantes rusos a mi barrio, aunque yo era más del talento de los yugoslavos, pero aún así ya se pueden ir imaginando.
Pero aquel enamoramiento había tenido su principio dos años antes, en aquellas olimpiadas de Los Ángeles, en 1984, año de la gestación del principio de una bonita historia de amor que aún dura, un sentimiento que nunca me ha abandonado y del que me puedo sentir bien orgulloso y muy feliz.
Fueron las olimpiadas de un gran José Manuel Abascal ante los todopoderosos británicos Sebastian Coe y Steve Cram , de un joven, elegante y estiloso Carl Lewis, y que fue bautizado nada más y nada menos que como el “hijo del viento“, y que de no ser por un tal Usain Bolt aún seguiría a día de hoy siendo el mejor velocista de todos los tiempos.
Pero si hubo algo que recuerdo y recordaré toda la vida son y serán esa primeras citas que sin saber años más tarde estaba teniendo con uno de los grandes amores de mi vida, el baloncesto.
Pues ya se pueden imaginar,y seguro que much@s de vosotr@s os sentiréis también identificad@s , allí delante de la TV estaba yo, con 8 años, para 9 asistiendo atónito, sin pestañear y con la boca bien abierta a las jugadas de una selección de jugadores que saltaban, pasaban la pelota, corrían y hacían unas jugadas que…que os voy a decir yo que no sepáis…
Era aquella selección americana, la cual nos privó del oro olímpico, el cual aún se resiste 32 años después, y la cual estaba comandada por un chico, de apenas 20 años, con la lengua de fuera y una mirada de esas de las que pronto te puedes dar cuenta de que detrás de la misma, se esconde algo más que un jugador de baloncesto, el tiempo se encargó tiempo después de revelarnos uno de los secretos mejor guardados de la ciencia, y que es ya lo dijo años más tarde de una forma bastante alta y clara un tal Larry Bird.
Vaya suerte la nuestra la de nuestra generación, el poder disfrutar de nuestros primeros contactos deportivos con una figura como ésta, con este talento y esa capacidad para ir más allá de los límites, y que ha traspasado todo lo que nos podíamos haber imaginado por entonces, y que llevó al baloncesto a la cúspide y al olimpo máximo deportivo. el cual tuvo la culminación con aquel Dream Team que muchos pudimos disfrutar en los JJOO de Barcelona en 1992.
Y es que tengo la certeza, es más, tengo bien claro que sin la figura de Michael Jordan muchos de Nosotr@s nos hubiésemos decantados por otros deportes, y nuestra historia tristemente no hubiese sido ni mucho menos la misma.
Él lo cambió, con él se empezó a escribir la historia ( A.MJ, D.MJ), y por mucho que se intente y se quiera como su majestad no hay ni habrá nada igual, ya que fue un momento en el que se dieron cita varias circunstancias que elevaron su figura a otra dimensión, y no es que se peque de nostalgia, que la hay, pero en este caso les aviso que pierden el tiempo y que por más que prosigan en sus intentos, Jordan solo hay uno y debería formar parte del patrimonio histórico de la humanidad,y empezar a ser estudiado como el fenómeno que representó y representa en universidades y másteres relacionados, si los Beatles y el Barsa de Guardiola ya lo son por qué no el Dios del baloncesto, y estoy seguro que por profesores no iba a ser.
32 años han pasado desde aquel lejano 1984, una de esas fechas que para muchos siempre estará en nuestra memoria y recuerdo, y en el que puedo decir, al menos en mi caso, que “algo cambió” y de que manera, y que siempre podremos recurrir al “ya, pero yo tuve la suerte de poder ver jugar al gran Michael Jordan“…y que no se os olvide nunca…
Psicólogo Organizacional / Consultor Senior de RRHH especialista en Selección, Formación y Desarrollo de personal.
Inquieto, polivalente, curioso, me gusta aprender de todo y de tod@s, y con buena cara y una gran ilusión, actuando siempre desde la máxima responsabilidad y profesionalidad.
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