Fondo de armario. Basket Base, soy entrenador y ahora ¿qué?.

Fondo de armario. Basket Base, soy entrenador y ahora ¿qué?.

No puedo alardear de ser entrenador, porqué no lo soy, pero lo que si puedo decir es que fui jugador, y no sólo a nivel profesional, ya que

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No puedo alardear de ser entrenador, porqué no lo soy, pero lo que si puedo decir es que fui jugador, y no sólo a nivel profesional, ya que empecé a jugar muy joven en un colegio teniendo durante un buen número de años la categoría de aprendiz.

Ello me ha ayudado a poder hablar y escribir desde otra perspectiva, no estando coartado ni mediatizado por el hecho de pertenecer a un club u organización de entrenadores, en lo que consideraría, quizás, un ejemplo de intrusismo.

Sin embargo, no puedo dejar de pensar simultáneamente como entrenador, formador, jugador y profesional de un deporte al que amo, de hecho he vivido por y para él durante una gran parte de mi vida.

De hecho sigo en ello, teniendo la oportunidad de ser entrenador en un equipo dentro una ONG en uno de los barrios más deteriorados y peligrosos de Barcelona, entrenando a un grupo de chicos maravillosos, catalogados como de “riesgo de exclusión social”.

Ello me ha dado la oportunidad de ser una agente activo en todo aquello que les hace mejorar, avanzar o progresar en la vida, dándoles también unas herramientas para poder combatir y enfrentarse a aquellas situaciones que les pueden frustrar y hacerles sentir mal.

El primer objetivo de cualquier entrenador de niños y niñas es enseñarles la base del juego al igual que cuando empiezas a jugar al ajedrez aprendes los movimientos de las piezas y la familiarización con ellas.

Eso intento, que se creen ciertos automatismos, que el balón o la recepción y el agarre no sea una cosa ajena al cuerpo y a la mente, que los pies estén preparados para moverse en todas direcciones para saltar, correr, moverse lateralmente o frenar sin hacer unos simples pasos.

Conjugar lo que es el tiro, agarre del balón, su técnica o su mecánica, ello conlleva una gran motivación y también un gran número de horas.

Otros aspectos relevantes son el juego de conjunto, saber pasarse el balón, respetar los espacios y saber moverse sin balón y la que es una de mis máximas, “si no participas en la jugaba, lo mínimo, no molestes”.

Esta rotunda aseveración que parece hasta chorra o ridícula, es fundamental a la hora de crear espacios y jugar libre, tanto en jugadas organizadas para ejecutar en estático o finalizar con veloces transiciones.

Una vez puestas las fichas sobre el tablero, el resto es lo que se conocen como los famosos “INTANGIBLES”.

Ahora viene la parte con la que más disfruto y es la educación deportiva y psicológica del jugador, pues me ofrece la posibilidad de sacar afuera a ese antropólogo y sociólogo frustrado que habita dentro de mí.

Otro tema importantes es del los valores se quieren dar o transmitir.

Hoy en día se nos llena la boca al hablar de solidaridad, esfuerzo, sacrificio, son términos que suenan y quedan muy bien de cara a la galería, pero los cuales desde mi punto de vista no dejan de ser un poco vagos e imprecisos.

Esos son conceptos que se aprenden en cualquier ámbito de la vida, pero señores y señoras que trabajáis como Coachs, háganme caso, podéis y debéis darles mucho más, en serio.

Me encanta darles un balón y decirles juega 1×1, y que me miren y me pregunten ¿“y ahora qué hago”?, ¿“puedo tirar de lejos”?.

Nada mejor que decirles, “has entrenado mil y una formas de tiro, dribbling, etc.” y “Tú decides”.

Esa forma de responsabilizarse de sus éxitos y fracasos, el naturalizarlos y verlos con una cierta normalidad , es uno de los grandes triunfos, ya no sólo de la vida de deportista si no también de la vida.

Es importante que aprendan qué es lo que va bien y qué va mal, o explicarles las consecuencias que se producen de sus actos, y que todo obedece a un motivo o a una razón.

También es importante que disfruten con su auto-mejora, que no no lo vean como una carga añadida, y que ello forma parte de su continuo aprendizaje.

Es decir, que luchen consigo mismos para intentar “ser mejor ayer”, pero no que mañana, debiendo evitar a toda costa eso las comparaciones odiosas con los demás y esa frase tan errónea de “quiero ser igual o mejor que fulanito o menganito”

Hemos de intentar ser la mejor versión de nosotros que podamos ser y asumir hasta dónde podemos llegar.

Quiero que esos chicos sean dueños de sus vidas y lleguen hasta donde quieran y puedan llegar, y que sean plenamente conscientes de que ello está en sus manos.

Me gustaría que fuesen los capitanes de sus propios barcos y que no se limiten a ser grumetes mirando lo qué pide el capitán para cumplir con los proyectos de éste.

Todo esto se resume en educar su autoestima, su espíritu crítico hacia ellos mismos sin ser destructivos ni buscando excusas justificadoras, y que asuman la realidad y busquen soluciones.

Me encanta verlos jugar, fallar, acertar, y que no paren hasta conseguir su objetivo, y sobre todo que no bajen nunca la cabeza, por muy mal que les esté marchando las cosas.

Y ese es el espíritu que quiero inculcar, que quiero hacer que crezca y se mantenga siempre, quizás no siempre sea suficiente para ganar todos los partidos, pero ello les llevará a ganar para siempre algo más importante, que es el Campeonato de la Vida.

Carlos Ruf Osola.

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